¿Esa es la cuestión?
VERGÜENZA SUPREMA
martes, 25 de agosto de 2009
LA CORTE VOTO LA DESPENALIZACIÓN Y AHORA EL KIRCHNERISMO VA POR LA LEY
Una vergüenza. Es la única manera de calificar el fallo de la Corte Suprema de Justicia que abre la puerta a la modificación de la ley de estupefacientes —23.737— que el kirchnerismo intentará aprobar en las próximas semanas —contra toda voluntad popular— y que se refiere a la despenalización de estupefacientes.
En tal sentido, el máximo tribunal se pronunció hace apenas minutos respecto a la causa "Arriola", en la que dos vendedores de drogas fueron condenados mientras que cinco consumidores quedaron a salvo de cualquier persecución penal.
Los jueces coincidieron en declarar la "inconstitucionalidad de la pena de la tenencia para el consumo en privado", argumentando que "se debe proteger la privacidad de las personas adultas para decidir cuál es su conducta y, en el caso, si desean tener o consumir drogas". Un par de comentarios al respecto:
1-Lo que quiere despenalizarse —y a cuyos fines la Corte Suprema acaba de abrir la puerta— es la tenencia de drogas, no el consumo, que ya está despenalizado desde hace 20 años. No es inocente esa omisión por parte de los funcionarios que hablan sobre este tema, especialmente el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. Si se dijera que el consumo ya es legal, se acabaría todo argumento oficial.
2-La tenencia de estupefacientes beneficia al narcotráfico porque permite mover pequeñas dosis de drogas de un lado a otro.
3-Todas las encuestas hechas sobre este tema —todas, sin excepción— muestran un enorme rechazo popular a la idea de despenalizar la tenencia de narcóticos.
4-La marihuana es altamente adictiva merced a la acción del THC sobre el organismo humano y genera un elocuente deterioro no sólo a la memoria sino también a la función cardiovascular. Asimismo, está demostrado que uno de cada cuatro adictos, lo son a la marihuana, por lo cual no puede hablarse de "consumo eventual", término que tan irresponsablemente reiteran funcionarios kirchneristas.
5-La marihuana es la puerta de entrada al consumo de otras drogas, como la cocaína.
6-Los países que han abierto las puertas a la despenalización están volviendo atrás con esa medida porque han comprobado que, no sólo no es útil a la hora de reducir el tráfico de drogas, sino que destruye el tejido social de una de las franjas importantes de ciudadanos: los jóvenes.
Para tratar de entender por qué el kirchnerismo avala la despenalización de drogas —a pesar de la connotación negativa de la sociedad y del fracaso que ha configurado la misma medida en otros países—, hay que posar la mirada sobre los acuerdos non sanctos que se han refrendado con ciertos grupos de poder, relacionados con el narcotráfico y el lavado de dinero.
Son grupos que aportaron fuertes sumas de dinero para la campaña de Cristina Kirchner y que exigen a cambio una serie de medidas que trocarán el territorio argentino en un campo fértil para el tráfico de estupefacientes.
Sobradamente se ha hablado al respecto desde Tribuna de periodistas, mencionando la falta de radarización de las fronteras, la ausencia de informatización de las aduanas del país, la inexistencia de recurso de precursores químicos —la ley fue frenada por Aníbal Fernández invocando cuestiones de "derechos humanos"—, la destrucción de la Sedronar y la vergonzosa ley de blanqueo de capitales. Son todas medidas hechas a medida —y a pedido— de grupos foráneos que pusieron dinero para la campaña de octubre de 2007 y que enriquecieron a un par de ministros del gabinete K.
Lo que ha hecho la Corte Suprema en el día de la fecha es de una gravedad inusitada, porque inicia el camino del tráfico de drogas, el sicariato y la mafia en la Argentina. En ese contexto, es sencillo predecir el futuro a mediano plazo: habrá un fracaso total respecto a la despenalización y la Argentina se convertirá en una nueva Colombia (1).
Christian Sanz
(1) Hace 18 años este periodista auguró lo que hoy sucede en la Argentina, advirtiendo que el menemismo abría las puertas al tráfico de drogas y que debía combatirse de raíz. Tres de los libros escritos por quien firma este artículo —e infinidad de artículos— hablan de ello a las claras.
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